Josep Fàbregas fue pionero instalando energía solar fotovoltaica para alimentar su granja en Argestugues, un pequeño pueblo en el Pirineo leridano, en 1992. Hoy, 20 años después, la instalación continúa funcionando y se han ampliado sus usos.
Este pequeño pueblo quedó abandonado en los años 60 y, ahora, Josep y su familia le han dado vida ofreciendo alojamiento rural y montando una pequeña explotación ganadera. Es un pueblo totalmente aislado de la red eléctrica y, por tanto, cubre sus necesidades eléctricas y térmicas con energías renovables: una caldera de leña, una solar térmica, una solar fotovoltaica y una microhidráulica, son suficientes para abastecer a las viviendas, casas rurales, la granja, una pequeña ermita y hasta un taller en este pequeño pueblo.
En 1992, Josep instaló placas fotovoltaicas de 5kW para suministrar electricidad a su granja. Hoy tiene ya 20kW instalados y almacena la electricidad en baterías. “Si no hace sol, las baterías proporcionan electricidad para 2 días”, nos dice orgulloso.
Hoy conviven tres generaciones de captadores fotovoltaicos: los 5kW de 1992, 5 kW más que se añadieron en 2003 y otros 10kW instalados el año pasado. “Instalar estos últimos 10kW me ha costado la mitad de lo que me costó instalar 5kW hace 20 años”, comenta Josep en referencia al coste de la inversión.
“La red eléctrica está a 1 km del municipio pero nos pedían 230.000€ para hacerla llegar hasta el pueblo así que, sin duda, la opción de tecnologías renovables es la más sostenible no sólo a nivel energético, sino también económico”, explica Josep.
“Vivir en un pueblo 100% renovable es una experiencia única. Estáis invitados a Casa Sodhi cuando queráis”, nos despide este pionero solar desde su rincón autosuficiente en el Pirineo.